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Domingo, 03 Junio 2007 18:45

EL LEJANO PAISITO

por el LIc. Rafael Ramos

Montevideo - 04 JUN 07 - Portal del Uruguay.
Los uruguayos que viven en su propio país, que nunca han tenido la obligación de vivir fuera de su tierra por razones políticas o económicas, jamás estarán en las mismas condiciones de valorar el hecho de desarrollar sus vidas fuera del lugar que los vio nacer, que aquéllos que sí lo han debido hacer.
Y aquí mismo queremos también equiparar las condiciones de aquéllos que no han tenido que emigrar de su patria obligados por circunstancias políticas o económicas, sino que lo han hecho por motivaciones de desafío personal para su propio desarrollo, pero que igualmente llevan muy dentro suyo los mejores sentimientos de todo uruguayo bien nacido para con su país y con su gente. Siempre que alguien se ve obligado a dejar el lugar en donde nació y creció se produce la mezcla inevitable de sentimientos contradictorios; por un lado, la rabia de no poder hacer lo que uno quiere con su gente, en el lugar que uno quiere, y por el otro, la expectativa y las ganas de conocer nuevos horizontes que permitan la experiencia de nuevas oportunidades. Por algunos instantes, sentimientos de tristeza y alegría conviven extrañamente.

Estos sentimientos que particularmente aquí están referidos para los uruguayos no son distintos de los que puede experimentar cualquier ser humano de cualquier origen en cualquier punto del planeta. Cada uno le imprimirá mayor o menor fuerza a sus sentimientos, pero en el fondo, somos todos de carne y hueso. Cada pueblo enriquecerá un poco más o un poco menos que los uruguayos sus nostalgias según sus tradiciones culturales. Los uruguayos apenas cruzamos El Chuy ya estamos deseando comer un asadito, aun cuando la última comida de despedida (dos horas atrás) se trató de un asado con la familia. Nos vamos una semanita a pasear a Buenos Aires y estamos buscando algún lugar en donde se toque el tambor. Y bueno, si por ahí las circunstancias nos llevan 15 días a Estados Unidos, podemos volvernos locos tratando de averiguar minuto a minuto cómo va el partido del club de fútbol de nuestros amores que está disputando, ante 300 o 400 personas en la cancha, el sexto o séptimo lugar de la tabla de posiciones para poder entrar a la Liguilla. Justamente el fútbol tiene ese enorme poder de identificación de los pueblos con su cultura. Cuando un representativo uruguayo sale del país, más aun si se trata de la selección uruguaya, la diáspora que anda por ese lugar en el cual el combinado nacional hace su presentación, vive momentos de enorme emoción, inimaginables para cada uno de sus integrantes si estuvieran en el propio país.

Esto mismo es lo que sucedió el pasado sábado en Australia. La selección conducida por Tabárez jugó un partido de carácter amistoso en la tierra de los canguros. En los últimos tiempos los enfrentamientos entre nuestra selección y la que representa el fútbol más poderoso de aquellas tierras lejanas, se ha vuelto un clásico. En esta oportunidad, a diferencia de la última vez que se enfrentaron, cuando por tiros penales los australianos nos dejaron fuera del mundial de Alemania, Uruguay ganó 2 a 1, con goles convertidos por Forlán y Recoba. El resultado acompañó de mejor forma la fiesta que para unos cuantos miles de uruguayos que andan desperdigados por ese enorme país ya habían comenzado a disfrutar desde varios días antes. No importaba demasiado el resultado del partido y mucho menos quiénes fueran los integrantes del plantel; lo único trascendente era ver a un grupo de uruguayos con la camiseta celeste defendiendo los intereses del paisito (…), el cual seguramente hace mucho tiempo no se visita. Alcanzaba ver en las tribunas la alegría de la gente, vestida con camisetas celestes y algunas de algún club, agitando las banderas, para darse cuenta cuánto anhela esa parte lejana de nuestro paisito, estar unos días por sus pagos. Más allá del bajo nivel en el que ha caído nuestro fútbol desde hace muchos años a esta parte, todavía permite que muchos uruguayos vean en él, una de las formas más representativas de transmisión de nuestra cultura. Todavía es y seguirá siendo por mucho tiempo más, una buena manera de contagiar alegría a todos los compatriotas que andan desperdigados por el mundo.

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