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Jueves, 08 Febrero 2007 06:26

La venganza de las ciudades: crece el turismo urbano

Editur de España (gentileza estudio HUB)

Las ciudades que de verdad quieran competir en él están obligadas a crear producto.

Con el inicio del siglo XXI, la ciudad se ha vengado de la playa. Gracias a su carga histórica, cultural y de paisaje humano, decenas de urbes europeas se han convertido en destinos de moda que ahora seducen a un segmento del mercado más maduro y sofisticado, que engloba franjas de edades y niveles adquisitivos de lo más variopinto. Pero el éxito del turismo urbano y de los city breaks no es fruto de la casualidad y plantea numerosos retos para cualquier destino que aspire a consolidarse en ese mercado. Infraestructuras, servicios, sensibilización de la población local y creación de nuevos productos encabezan la agenda de tareas.

El crecimiento del turismo urbano en Europa sobrepasa el de cualquier otro sector turístico. Así, de 2000 a 2005, las pernoctaciones hoteleras en las 105 principales urbes del continente crecieron un 16,5%, frente al aumento medio de las estancias totales de 24 países europeos en el mismo periodo, que fue del 1,4%.

El auge de las escapadas urbanas se ve favorecido por el abaratamiento del transporte aéreo, la facilidad de acceso a nuevos destinos, la introducción del euro, la fragmentación de las vacaciones, etc. Y sin embargo, la evolución de los últimos cinco años constata que no todas las ciudades están sabiendo aprovechar estas nuevas dinámicas. O todo lo contrario: en otras urbes en pleno boom de turismo surgen rechazos vecinales contra la "invasión" de turistas, a quienes se acusa de saturar los centros históricos, generar ruidos, aumentar la suciedad y contribuir a encarecer el nivel de vida.

Para posicionarse en este mercado es necesario por tanto contar de antemano con un nivel de infraestructuras y servicios (transporte, limpieza, seguridad, etc.) cuya capacidad de carga sea superior a la de una ciudad no turística.

 

Asimismo, podemos destacar la experiencia positiva de algunas ciudades europeas que implantaron campañas de sensibilización dirigidas a la población local para que ésta dispense un trato cortés al visitante.

Por otra parte -y teniendo en cuenta el constante aumento de la competencia en el mercado de los city breaks- las ciudades que de verdad quieran competir en él están obligadas a crear producto. En este punto es donde fallan muchos destinos españoles. Según apunta un estudio de Turespaña sobre "Turismo cultural y de city break", el problema de numerosas ciudades españolas es que éstas no acaban de vincular sus valores y atributos -cultura, historia, ocio nocturno, etc.- a ofertas concretas .

Y si recordamos las tendencias derivadas de la "Dream Society"  las empresas turísticas y los destinos urbanos no pueden cometer el error de confundir "experiencias" con "actividades". Por tanto, muchas ciudades -sobre todo aquellas con pocos recursos pero muy potentes- deberán diseñar productos y servicios para que la experiencia buscada conscientemente por el consumidor tenga lugar. Una experiencia que seduzca, fascine, desencadene emociones positivas y genere un hecho memorable. En suma, las ciudades ya no pueden limitarse a mantener abierta una oficina de información turística que reparta folletos de nueve de la mañana a dos de la tarde.

Son necesarios, por tanto, nuevos planteamientos de trabajo que a su vez exigen estructuras de funcionamiento diferentes -más ágiles- junto con mecanismos de financiación alternativos para intensificar la promoción.

 

Podríamos citar, por ejemplo, la creación de productos que generen ingresos o las aportaciones económicas de empresas privadas a campañas específicas.
Recientemente, la Secretaría General de Turismo y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) suscribieron un convenio marco de colaboración "para la adecuación y promoción de los destinos turísticos". Una de las iniciativas previstas por dicho convenio es "el impulso de una nueva generación de órganos de gestión" a través de la creación de entidades mixtas que incluyan a la Administración local y al sector empresarial.

Lo más sorprendente de este convenio es que no hiciera referencia alguna a las comunidades autónomas, que tienen transferidas las competencias en materia de ordenación y promoción de la actividad turística. Las pugnas políticas no son un buen comienzo para desarrollar el turismo urbano del siglo XXI, pues éste requerirá de un alto nivel de complicidad entre todas las administraciones y asociaciones empresariales.