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Viernes, 09 Febrero 2007 14:16

Cogitaciones de un quemado con leche

por Carlos Santo
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Montevideo - 09 FEB 07 - Portal del Uruguay.

Hay un dicho popular: "El que se quema con leche cuando ve una vaca, llora".

La noticia respecto del inminente llamado a aspirantes para ocupar la Dirección Técnica del Ministerio me alegró de corazón, a la vez de poner el dedo sobre una vieja herida; escribir esta nota me permitió saber que está cerrada, y -por eso- la puedo mostrar. Me mueve el deseo de ayudar a que las macanas del pasado sirvan como enseñanza, y se sea extremadamente celoso no sólo en la custodia de la cristalinidad del proceso, sino en las consideraciones acerca del perfil de quienes deben enfrentar esas responsabilidades.

Llegados al punto me parece oportuno señalar que  la Dirección Técnica del Ministerio fue creada a sugerencia del suscrito a fines de la Administración Villar; como parte de la decisión de estructurar un esquema de planificación y organización, que atenuara las consecuencias de los avatares del devenir político sobre el Sector. Eso se lograría a través del diseño de unos lineamientos estratégicos, una Política y planes de acción general, de marketing global  y por producto; elaborados en forma participativa por los integrantes públicos y privados del sector operativo y aún del Ámbito. Los mismos estaban en plena elaboración entonces, a través del Programa bianual para el desarrollo del Turismo en Uruguay, financiado por la Comisión Europea; con cuya Dirección por Uruguay se me honrara.
 
El esquema de organización diseñado, preveía que los aspectos atinentes al Ministerio serían llevados adelante por una especie de Gerencia General (siguiendo el modelo de las empresas públicas) dotada de unos fundamentos técnicos y filosóficos, un perfil funcional de los distintos  cargos que componen la Dirección. Queda claro que se trata de una Dirección, y no de un cargo.
 
Más de diez años han pasado, y dos personas ocuparon el cargo. A la primera, la Arq. María Inés Kelbler Nogueira, la designó la Administración Stern al más puro estilo cargo de confianza de la política tradicional; tan tradicional y acendrado que se extiende hasta nuestros días. A su sucesor, Sr. Roberto Bennett, se lo designó a través del novedoso procedimiento de hacer un llamado por la Prensa de cuyas características tal vez me ocupe en otra ocasión. El hecho es que ninguno de los dos reunía las características necesarias y los resultados fueron los previsibles: hicieron lo que pudieron, cobraron su sueldo, y la Dirección nunca existió.
 
A continuación, parte de la carta que envié al Ministro Varela (y ante su silencio al Señor Presidente de la República, con idéntico resultado) en relación a aspectos del cargo, que pueden ser de interés en la ocasión.
 
Montevideo, mayo 31 de 2000
Señor Ministro de Turismo
Don Alfonso Varela
 
De mi consideración:
 
Motiva la presente poner en su conocimiento una serie de circunstancias que rodean al proceso de selección del Director Técnico de esa Secretaría de Estado.
(...)
No quiero cerrar la presente sin hacer un modesto aporte a su incipiente gestión, al señalar aspectos de su decisión que creo son -al menos- opinables. Dicho aporte está fundado (por favor créame) en mi más sincero pensamiento profesional y en el hecho de haber sido inspirador de la creación del cargo de marras. Además, si hubo terna final, más allá de mis méritos no la integré, lo cual me deja herido en mi vanidad pero fuera de sospecha de querer traer agua para mi molino.
 
Los fundamentos que cito pueden no ser gran cosa, pero tal vez las reflexiones le sean útiles. Recuerde que nadie se equivoca siempre: un viejo reloj parado tiene razón dos veces por día.
 
Me da la impresión de que (víctima seguramente de la orfandad de información con que recibió el Ministerio, a las dificultades inherentes a toda nueva Administración (que además en su caso exhibe gran experiencia a nivel en el sector privado aunque no tanta en el gobierno) ha seleccionado Usted un muy buen Asesor, y no al Director Técnico del Ministerio de Turismo, dicho esto con todo respeto por su decisión.
 
El cargo de DTT se creó con finalidades muy claras, aunque la experiencia demuestre que una escasa comprensión de la función ha desvirtuado las expectativas iniciales. Me esperanzo en que el perfil del cargo no sea modificado por cada jerarca entrante, lo cual lo desnaturalizaría definitivamente y con él los relevantes objetivos perseguidos con su creación.
 
Una de las funciones de la DTT es la de recibir a los nuevos jerarcas, y brindarles todo el apoyo y la información  tanto de la situación del Ministerio y del Sector como de los avances de una Política de Estado definida de consuno con los demás integrantes del Ámbito turístico; extremo este que -desgraciadamente- no se verificó en su caso.
 
La idea que dio lugar a su creación prevé que la DTT sea espacio técnico y memoria estratégica del Ministerio, y su Director líder de una continuidad política que no tiene que ver con Partidos; debiendo empero éste conocer profundamente los sutiles hilos que atraviesan el sistema social, económico, de gobierno y de poder, a todos los niveles.
 
Sea quien sea el DTT, por definición no debería cambiar con los ministros ni con los gobiernos, sino que -si es removido- lo será por otras razones.
 
Por las características de la función, se trata de alguien que lidia a diario con la brutal entropía del sistema en el que se desempeña, con las penosas condiciones económicas y formales, con plantillas formadas sin ningún criterio y diezmadas por sucesivas olas de retiros incentivados, etc, etc, etc. Y para eso hay que conocer ese sistema y tener un temperamento muy especial.
 
El DTT es alguien que hace que las cosas pasen, no quien dice cómo deberían hacerlas los demás o cómo se hacen aquí o allá, y para eso hay que tener ciertas características y no otras.
 
Siendo quien acompasa la relación (inicial al menos) de las jerarquías políticas con los funcionarios, es quien conoce su historia e idiosincrasia, la del Ministerio, la de la Administración pública, y la del Sector. Es el contacto directo con sus pares de los demás Organismos de Gobierno, del Ámbito y de la Región; los permanentes, los que se quedan cuando todos se van. Es uno de ellos. Voy a tratar de transmitirle algo que aprendí con los años en el Ministerio. Va dicho sin ninguna intención ofensiva, y hasta es posible que lo comparta Usted: en los hechos, nada sino un mandato comienza cuando llega un Ministro o un Gobierno, ni nada sino eso mismo termina cuando se va.
 
En esta especial ocasión, además, quien ocupe el cargo deberá dar verdadero sentido y existencia a la Dirección Técnica en sí misma, que desde su creación no ha sido sino una entelequia, un nombre en el Organigrama, una persona ocupando un cargo;  pero no el equipo abierto, dinámico y capaz de llevar adelante el desafío de semejante tarea.  Y no es un detalle menor señalar que deberá hacerlo en el marco de las enormes dificultades para conseguir o contratar el personal adecuado que dominan el panorama de la Administración pública.
 
En mi opinión, el Director Técnico del Ministerio de Turismo es todo esto y mucho más, y para esa tarea se exige un perfil que -respetuosamente afirmo- no se desprende de la lectura del Curriculum del Sr. Bennet, por brillante que este sea.
 
Cierro aquí mis reflexiones. No me ha movido otra intención que la de hacer llegar a Usted la opinión de quien seguramente no es más capaz que nadie de su equipo, pero lleva más tiempo pensando en estas cosas; y está tan convencido de lo que piensa que se atreve a decirlo así nomás, en frío y sin que se lo pidan; mal hermanado a la tristeza originada en las circunstancias descritas más arriba. 
 
Si le parezco impertinente, le pido disculpas. No he intentado otra cosa que decirle lo que veo mal, y regalarle mi parecer. No tengo nada más valioso, y ser generoso aún en el dolor es mi forma de contrarrestar el malestar que me embarga.
 
Agradezco la gentileza de su atención, quedo en espera de sus comentarios, y le saludo.
 
 
                                                                         Atentamente
 

Además de lo hoy publicado, nuestra carta denunciaba que el proceso de designación del Sr. Bennet había estado signado por la oscuridad, por decir lo menos. El silencio por respuesta nos dio clara pauta de la catadura de aquellos mandantes; cuya gestión y la del así designado ya las juzgó la Historia. 

El Dr. Lescano se ha ganado el respeto y la confianza de todos, no con este pasaje por el Ministerio sino con una vida pública y privada intachable.

Por razones que desconocemos, retrasó esta designación casi dos años. No hay más tiempo que perder, ni margen para el error.Con prisa y sin pausa, debemos seguir aportando a la profesionalización de la gestión del Turismo, tanto a nivel público como privado. Comienzo quieren las cosas, y este es uno muy bueno, si se hace bien.

Como siempre, como todo, está en manos de todos los que queremos al Turismo asegurarnos que así sea.