Tampoco sabemos si se realizó una presunción cuantitativa del impacto de lo destinado a cada rubro, ni si esa proyección tuvo contacto con la realidad. El Ministro se comprometió a hacer accesible la información (hasta ahora más difícil de encontrar que el tesoro de las Massilotti), y a hacer por mejorar la Comunicación de su Secretaría de Estado; así que mientras esperamos confiados, seguiremos reflexionando y opinando.
Hay algo que -aunque no tengamos esas cifras- podemos decir: la suma asignada por todo concepto en el Presupuesto al Ministerio dista groseramente de lo que hace cualquier empresa exitosa; que dedica un porcentaje mucho más significativo de sus ventas a Promoción y Publicidad. Además de esos rubros, falta considerar, por ejemplo, que las empresas cuyas acciones mejor cotizan en Bolsa son aquellas con altos índices presupuestales destinados a Investigación y Desarrollo; temas acerca de los cuales se escucha un silencio atronador en nuestro Sector, a nivel público y privado.
Que nadie se llame a engaño: no estoy pidiendo más fondos para el Ministerio. De hacerlo, sería ser infiel a una de mis convicciones más acendradas. ¿Más plata para hacer qué?
Con lo que hay, o pidiendo unos vintenes más, se puede trabajar seriamente el fortalecimiento institucional del MINTURD. Con un equipo relativamente chico y muy sólido (que hasta podría ser externo), se podría trabajar en el redireccionamiento de los esfuerzos que hoy se hacen; por la vía de un trabajo más profesional sobre las mismas áreas que hoy se abarcan. El ejemplo de la Comunicación y el Marketing rompen los ojos, pero hay más.
A la vez, se podría ir trabajando con el Sector Privado la idea (de la cual el propio Benjamín Liberoff era entusiasta defensor allá por los 90' y poco) de generar un espacio mixto de gestión (él la llamaba Bureau de Convenciones y Visitantes). Allí, todos ponen lo mejor de sí (y plata) en algo que se maneja con los criterios de eficiencia de una empresa privada, con directa participación de quienes nos representan a todos (Ministerio, Intendencias, Empresas públicas), liberados de las trabas que les impone su condición estatal.
Otra cosita para la que se podría pedir recursos sin ruborizarse (o aplicar los que hay) es para establecer una Estrategia, una Política, unos Planes de Marketing y Acción; definidos los cuales se sabrá qué Turismo se quiere y cómo se aspira a conseguirlo. Sólo entonces, me animaría a pedir plata para una reingeniería del Ministerio, generar un nuevo Organigrama, y -desde esa perspectiva- ver quién, cómo y dónde pone qué cifra para Investigación, Desarrollo, Promoción, Publicidad y todo lo demás.
Ya que hablamos de Organigrama y plantilla: afirma el Dr. Lescano que el Gobierno nacional está empeñado en la reforma del Estado, pero hay limitaciones (...) y que están tratando de rejuvenecer los recursos humanos.
No hay necesidad ni se puede esperar tanto para hacer las cosas mejor: hay que empezar con lo que hay. Me da la impresión que el problema está muy lejos de ser un tema de edad, por más que la plantilla esté envejecida. Puede el Jerarca transformar el Ministerio en un Kindergarten, que si los que trae no saben y los que están para dirigir tampoco, será más de lo mismo, pero con menos arrugas.
Si los que entran están bien capacitados, aún hay otros aspectos a considerar, pues -si los zampan, fresquitos e inexperientes como vienen, en la realidad actual (donde reina el desconcierto, la sensación de ir para algún lado y la moral de equipo brillan por su ausencia)- en poco tiempo la cosa se igualará para abajo.
Se los dice alguien que estuvo muchos años en el Estado y sabe (no por eso sino por Manya) que si no hay mística, entramos perdiendo uno a cero y no hay quien levante cabeza.
Perdón por la caída en argot localista, señores lectores del Exterior.