solis-slider-intro-1920x400
mausoleo-slider-intro-1920x400
pocitosslider-intro-1920-400
mvdmausoleoslider-intro-1920-400
Lunes, 04 Mayo 2009 19:05

Las mejores ciudades para hacer negocios en América Latina

 por Daniela González Rodrigo Díaz
La gestión ambiental se transforma en una nueva dimensión para medir la competitividad de las ciudades. Así lo concluye esta nueva edición del ranking de las mejores ciudades para hacer negocios en América Latina.
Ser verde en 2009 es como estar online en 1999. El manejo de estrategias sustentables es cada vez más importante para las empresas que quieren ganar mercados en estos días. Respetar el medio ambiente es requisito para acceder a grandes cadenas de supermercados en Estados Unidos y Europa, así como para cotizar acciones en ciertos mercados de capitales selectos. Reducir emisiones de CO2 genera ingresos a través de bonos de carbono y desarrollar tecnologías ecológicas atrae capitales incluso en medio de la crisis.

 Pero lo que es válido para las empresas, también lo es para las ciudades que las hospedan: las ciudades se hacen más competitivas a medida que mejoran su gestión ambiental. Y es que una urbe puede ser vista como un centro de provisión de servicios para las empresas; entrega espacio físico, recursos humanos, una legislación, acceso a energía eléctrica, así como una infraestructura para mover sus productos. Proveer estos servicios con una gestión urbana sustentable será cada vez más relevante para las ciudades que quieran atraer inversiones -incluso cuando persistan las compañías que opten por ubicarse en capitales con débiles normativas ambientales.

Por ello, esta nueva edición del ranking de las Mejores Ciudades Para Hacer Negocios en América Latina incluye por primera vez un índice de sustentabilidad ambiental. Para medirlo, usamos una combinación de atributos, entre los que se encuentran las emisiones de gases invernadero, la presencia de áreas verdes, la competitividad energética, así como la percepción de sus habitantes sobre si se están o no tomando medidas ambientales en la ciudad.

Los dos primeros lugares en América Latina en este indicador lo tienen dos ciudades brasileñas: Recife y Curitiba. Esta última es la ciudad de América Latina con la mayor superficie de áreas verdes por habitante de toda América Latina: tiene 52 m2/habitante, mientras que el estándar recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 10 m2/habitante.

En tercer lugar de este indicador está Miami, la ciudad estadounidense que, para efectos de este ranking, consideramos latinoamericana y que ha sido reconocida en distintos estudios como una de las ciudades más limpias de Estados Unidos. Se trata de una condición que su alcalde Manny Díaz quiere profundizar a través de "Energy Smart Miami", un plan medioambiental que busca generar nuevos empleos y fomentar el uso de energías renovables. Consiste en usar fondos federales del programa de estímulo económico para avanzar con la inversión de US$ 200 millones en tecnología de sistema eléctrico inteligente (Smart Grid) y energía renovable durante los próximos dos años. De esta manera se ayudará a los consumidores del condado a ahorrar dinero y a generar empleos verdes a través de su implementación.

No obstante, en las grandes ciudades latinoamericanas, las iniciativas medioambientales que se están llevando a cabo se han originado principalmente a partir de las demandas de los ciudadanos, más que por una gestión urbana proactiva. Tal es el caso del movimiento "Nossa São Paulo" que logró excluir a Petrobras del Índice de Sustentabilidad Ambiental (ISA), desarrollado por Bovespa, por no cumplir con la norma de azufre en sus combustibles de acuerdo al criterio impuesto por el Consejo Nacional del Medio Ambiente de Brasil (Conama).

De hecho, la encuesta entre ejecutivos que realizamos como parte de este estudio mostró un cambio en las percepciones de problemas. A los ejecutivos les resulta más problemática la contaminación, sumado a los embotellamientos y la congestión vehicular, que los problemas de inseguridad y violencia que en años anteriores eran considerados como los principales problemas urbanos. Y es que en temas de gestión ambiental estamos aún muy atrás.


Capital Financiera

Pero este ranking de competitividad de ciudades no sólo mide a nuestros centros urbanos desde un punto de vista ambiental. De hecho, la decisión de una empresa sobre dónde localizar una inversión está generalmente inspirada en una compleja maraña de atributos, criterios y emociones. A veces para una empresa son tan importantes la relación calidad/costo de vida de la ciudad, el estado de sus telecomunicaciones, o su acceso a puertos, como la nacionalidad del gerente que debe tomar la decisión.

El ranking de las Mejores Ciudades de América Latina, se realiza recolectando información de 60 grandes ciudades de América Latina, y organizándola de acuerdo a las principales dimensiones que una empresa considera al elegir una ciudad. Estas dimensiones son: tamaño y dinamismo económico de la ciudad, la calidad del capital humano, la calidad de los servicios corporativos, los servicios personales, la conectividad física, el poder de marca de la ciudad, así como el ya mencionado indicador de sustentabilidad. Estas dimensiones se ingresan en un modelo matemático cuyo resultado es el Índice de Competitividad Urbana o ICUR. (Para ver una explicación más detallada de estas dimensiones, leer metodología en página 29).

São Paulo, el gigante financiero de la región, mantiene el primer lugar de este ranking. Pese al caos urbano y los embotellamientos que colman la paciencia de conductores y peatones por igual, la capital paulista mantiene ventajas sobre el resto de las ciudades. Su estructura de servicios corporativos crece, al igual que su dinamismo económico. São Paulo ha sido más exitosa que cualquier otra ciudad de la región en la carrera por atraer sedes de multinacionales para la región, a la vez que prueba con medidas innovadoras, como la eliminación total de la publicidad callejera.

Le siguen Santiago, la ordenada capital chilena, que ha ido perdiendo las ventajas que tenía en términos de servicios corporativos frente a otras ciudades de América Latina. No obstante, compañías multinacionales como Tata Consultancy Services la prefirieron para mudar su cuartel regional.

En el tercer lugar está Miami. La ciudad del sur de Florida, a pesar de tener amplias ventajas en muchos indicadores frente a sus pares de la región, cayó debido al fuerte impacto que tuvo la crisis financiera en su dinamismo económico y en la solidez de su sistema financiero.

No obstante, es entre el lugar 5° y 25° de la tabla donde se desarrolla la más férrea y apretada competencia entre las ciudades del ranking. Empates casi técnicos o márgenes de diferencia que no superan las centésimas, hacen de este grupo el más interesante de análisis, dado que cualquier iniciativa que se desarrolle en años venideros marcará la diferencia y las podrán posicionar en un selecto "top ten". Es lo que demuestran Bogotá y Lima a medida que siguen encaramándose en posiciones de avanzada.

La sorpresa mayor, no obstante, vino desde Uruguay: Montevideo escaló 11 posiciones gracias a un excelente dinamismo económico y a la mejora ostensible de sus servicios corporativos (gracias al fuerte incremento en la penetración de servicios de telecomunicaciones).

Las ciudades mexicanas cotizan a la baja, en cambio, debido al sostenido crecimiento de la violencia y la mayor sensación de inseguridad, así como por el fuerte impacto de la crisis generada en EE.UU. A pesar de que se han hecho más baratas gracias a la depreciación que ha tenido la moneda mexicana, el alza en las tasas de homicidios y en todos los estudios de percepción de inseguridad las han castigado especialmente en la dimensión de servicios personales.

La inclusión de nuevas ciudades en el ranking también es la responsable de las principales caídas que se evidencian en la tabla general y que afectan a las ciudades argentinas de Rosario y  Mendoza, lo que se potencia a la caída en los indicadores macro que obtiene el país, principalmente en el último año.


FUente: América Economía