pocitosslider-intro-1920-400
solis-slider-intro-1920x400
mausoleo-slider-intro-1920x400
mvdmausoleoslider-intro-1920-400
Jueves, 16 Abril 2009 19:10

Botnia cumple con exigencias de cuidado ambiental que el Gobierno le impuso

En el marco de los 150 años de la ciudad de Fray Bentos, se presentó el informe de la Comisión de Seguimiento de la empresa Botnia. La directora de Medio Ambiente, Alicia Torres, dijo que dicho documento


 reveló que la actividad en Botnia no implicó cambios en la calidad del agua del Río Uruguay. Asimismo, informó que su funcionamiento se ha cumplido dentro de los límites ambientales exigidos por las autoridades uruguayas.

En el Teatro Young de la ciudad de Fray Bentos, la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA), realizó la sesión de la Comisión de Seguimiento de Botnia con  el objetivo de presentar los resultados del primer año de operación de esa empresa. En la ocasión participaron el ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (MVOTMA), Carlos Colacce, el titular del Ministerio de Industria, Energía y Minería, Daniel Martínez; la directora de la DINAMA, Alicia Torres y el intendente municipal de Río Negro, Omar Lafluf.

En la oportunidad, se presentó a la población los resultados consolidados del desempeño ambiental de la planta de celulosa y energía de Botnia, al cabo de un año de operaciones.

La Directora de la DINAMA, Alicia Torres, fue la encargada de hacer la presentación del informe. Antes de su exposición, la Jerarca realizó una reseña histórica de la ciudad de Fray Bentos. Destacó la preocupación de la sociedad civil que, en el momento de conocerse la noticia de la instalación de la planta, siguió permanentemente la toma de medidas de prevención y control para su construcción.

La Comisión de Seguimiento, empezó a trabajar 9 meses antes de que Botnia comenzara a funcionar, explicó Torres. Al cabo de un año, de funcionamiento de esa empresa,  informó que “el emprendimiento de la planta de celulosa de Botnia ha funcionado dentro de los límites ambientales exigidos por las autoridades uruguayas.” 

Asimismo, expresó, que cuando se habla desde la DINAMA, se lo hace desde el Estado y al mismo tiempo se actúa como tal. Es decir, que cuando se refiere a los controles que realiza el Estado, se involucra a la DINAMA en coordinación con la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos que depende del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, y con la Red Nacional de Laboratorios Ambientales, con laboratorios como el de OSE y el LATU, sostuvo.

Por otro lado, indicó que también se toman en cuenta los monitoreos realizados por organismos internacionales. La Directora de la DINAMA, informó “que todos los análisis serios realizados hasta el momento, tanto de la calidad del aire, como del agua, son coincidentes con las conclusiones que apuntan a tranquilizar cualquier temor por una eventual contaminación a partir de la producción industrial”.

Sin embargo, Torres reconoció que Botnia es un emprendimiento humano y como tal puede estar sujeto a incidentes, algunos de ellos predecibles y otros no.  Recordó que hubo episodios que afectaron a Fray Bentos que referían a Botnia, y otros que no correspondían a dicho emprendimiento. 

En este sentido, aclaró que ninguno de estos sucesos puso en riesgo la salud de la población involucrada ni el ambiente. “No hubo nunca afectación sanitaria ni ambiental para la población del área de influencia de Botnia”, enfatizó la jerarca.

En definitiva, las conclusiones finales del trabajo de la Comisión de Seguimiento de Botnia, es que es la industria ambientalmente mejor controlada en Uruguay y probablemente de la región.

Las condiciones que Uruguay le impuso a esta fábrica para habilitar su funcionamiento se encuentran entre las más exigentes del mundo y el desempeño de Botnia es completamente satisfactorio en relación a estos requisitos.

El desarrollo de esta planta de celulosa demuestra que es posible cumplir largamente con el desempeño que hoy se le exige a las Mejores Técnicas Disponibles (BAT, en inglés), razón por la que se supone que su accionar provocará ajustes en las normas internacionales. La presencia de Botnia demuestra que Uruguay está capacitado para recibir y alojar a emprendimientos industriales del tipo que sea, independientemente de su porte.

La responsable de la DINAMA, dijo que no tiene dudas en cuanto que la operación de esta fábrica empujará a organismos reguladores en el mundo a aumentar las exigencias que imponen a la industria de celulosa,  porque Botnia demostró que eso es posible. “La presencia de esta industria en Uruguay dista entonces de representar un peligro”. Los estudios detectaron que con respecto a la calidad de agua, la actividad de Botnia no implicó cambios en la situación que tenía el Río Uruguay, comparando el antes y el después de un año en que la empresa comenzó a funcionar.

Por su parte, el Ministro de Industria, Energía y Minería Daniel Martínez, calificó a la empresa Botnia como un emprendimiento muy importante para el país en el marco del plan estratégico de desarrollo productivo que viene impulsando el Gobierno.

El Ministro de Vivienda, Ordenamiento, Territorial y Medio Ambiente, Carlos Collace, destacó la labor de la DINAMA en todo el proceso de la implantación de Botnia. En otro orden, anunció la obra que va a llevar a los afluentes de  la planta de Fray Bentos para la planta de tratamiento de Botnia.

El Intendente de Río Negro, Omar Lafluf, señaló que cuando se instaló la Comisión de Seguimiento el 28 de marzo de 2007, nadie se imaginaba el enorme valor que adquiriría dicha comisión. Explicó que esta delegación trabajó en forma permanente con reuniones periódicas y manejó los temas de forma transparente.

Balance al cabo del Primer Año de Funcionamiento de Botnia

Discurso del la Directora de Medio Ambiente, Alicia Torres, durante la presentación del informe de la Comisión de Seguimiento de la empresa Botnia:

Fray Bentos no es cualquier ciudad en Uruguay.

Es un pueblo que, a pesar de no ser de los más grandes en tamaño, conoce sobradamente lo que es la convivencia con el desarrollo industrial.

Su origen, a mediados del siglo XIX, se vincula –qué paradoja— con Gualeguaychú, puerto que no daba abasto para atender el volumen creciente del comercio regional.

Su origen se vincula a inmigrantes, porque las tierras para asentar al pueblo (la Villa Independencia) fueron compradas por empresarios uruguayos asociados con irlandeses, ingleses y alemanes. Para fundar aquella ciudad – puerto hace 150 años, un 16 de abril de 1859.

Un par de años después, otro alemán (Georg Giebert) reforzó la vocación global de la ciudad, al instalar aquí la fábrica del reciente invento de su compatriota Liebing: el Corned Beef.

Y así, esta pequeña Villa Independencia creció asociada a lo que se consideró durante años el mayor frigorífico del mundo. Más de un siglo duró esta asociación con el Liebing primero, convertido en el Anglo luego pero siempre modelo de crecimiento y empuje industrial.

Modelo no sólo para el país (que no tenía una industria de este tamaño en ningún otro lugar!) sino para el mundo entero.

¿O podemos pensar que es casualidad que hoy ese emplazamiento sea el único museo de la revolución industrial que existe en el país?

Cuando Botnia resolvió emplazarse en esta zona, entonces, no generó sorpresa provinciana sino expectativas ciertas de desarrollo y bienestar general.

No hubo fantasmas que asustaran como cucos con nombres tan distintos como dioxinas, furanos, AOX o TRS.

Hubo sí preocupación por que se tomaran las medidas de prevención y control imprescindibles para este o cualquier emprendimiento de esta magnitud.

Hubo atención constante hacia el proceso de construcción y funcionamiento de la planta de celulosa.

Hubo la madurez suficiente como para establecer un control que, para nosotros, es clave: el que se hace desde la propia sociedad local, en este caso a través de la Comisión de Seguimiento.

Tanto, que la Comisión de Seguimiento comenzó a trabajar, a preparar a sus integrantes, 9 meses antes de que Botnia comenzara a funcionar. Para formarse, para tener todos los elementos que permitirían analizar con claridad y seriedad la información que se fuera a generar.

La creación y funcionamiento de la Comisión de Seguimiento no implicó nunca –nunca estuvo planteado así— la delegación de tareas por parte de la DINAMA, sino que agregó a todo el esquema técnico (que funcionó siempre, con total rigurosidad) el elemento social que entendemos vital para que estos emprendimientos se integren naturalmente con la ciudad.

Hoy, al cabo de un año de funcionamiento de la mayor industria que ha conocido el país en su historia, podemos hablar con la autoridad que da la mayor y más exigente prueba a superar: la realidad.

El emprendimiento Orión, la planta de celulosa de Botnia, ha funcionado dentro de los límites ambientales exigidos por las autoridades uruguayas, límites muy estrictos fijados según los criterios del país; y cuando para algún parámetro no había un estándar definido, se aplicaron los criterios de las normas más exigentes del mundo.

Tal vez alguno se pregunte: ¿tengo que creer esto porque me lo dice la DINAMA?

Y le decimos que SI

Porque nuestra función es garantizar, asegurar a la población que las actividades humanas sean compatibles con el ambiente en el que se insertan.

No es serio, a esta altura, seguir insistiendo en que un organismo de contralor del Estado uruguayo puede mentir o tergiversar datos o información, a sabiendas de que genera un perjuicio a la población.

Vale la pena aclarar que cuando hablamos nosotros lo hacemos como Estado, y que no sólo hablamos sino que actuamos como tal.

Así que cuando hablamos de los controles de la DINAMA tenemos que decir que esto es en coordinación con la DINARA, con el SOMHA, con Meteorología, con Prefectura; que nuestro laboratorio –que es referencia nacional— trabaja integrado a una red nacional de laboratorios ambientales (entre ellos, el LATU), y que muchos análisis han sido realizados en el exterior, en instituciones también de primera línea.

Pero también les decimos que tomamos muy en cuenta también monitoreos realizados por otros organismos del país o internacionales que, independientemente de cualquier vínculo económico con el emprendimiento, han trabajado en el tema.

Ecometrix, para el Banco Mundial,

Green Cross (también independiente de cualquier interés local),

El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), de Argentina,

La UBA

Todos ellos, instituciones importantes, que –les puedo asegurar— cuidan su prestigio y reputación técnica más allá de cualquier interés económico, o presión política menor.

Todos los análisis serios que se han hecho hasta ahora, tanto de la calidad del aire como del agua son, entonces, absolutamente coincidentes con nuestras conclusiones, y apuntan a tranquilizar cualquier temor por eventual contaminación a partir de la producción industrial.

Los invito a repasar un poco el camino recorrido, desde los estudios que hemos realizado:

La comunicación del proyecto Orión ingresa formalmente a la DINAMA el 3 de octubre de 2003.

Para este proyecto se exige la presentación de un estudio de impacto ambiental completo, de todos los aspectos, que luego sería sometido a la opinión pública.

El 21 de diciembre de 2004 se celebra la audiencia pública, en esta misma ciudad.

Dos semanas antes del traspaso de mando, el 15 de febrero de 2005, el Poder Ejecutivo concede a Botnia la Autorización Ambiental Previa, requisito indispensable para comenzar la construcción de la fábrica.

Es de hacer notar que en ese momento eran dos las plantas de celulosa que se instalarían aquí, así que cuando se estudiaban los impactos ambientales, éstos eran acumulativos.

Y el 19 de diciembre de 2005, la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial difunde el Estudio de Impacto Acumulativo realizado de manera independiente a los dos estados involucrados en el conflicto, y avala la instalación de ambas plantas.

Pero todos saben que el Banco Mundial no se quedó ahí: hizo el llamado Informe Hattfield, presentado en abril de 2006, que a su vez fue auditado por Ecometrix, cuyos resultados se presentaron en octubre de 2006.

Y una y otra vez los estudios previos concluían lo mismo: no había razones ambientales para oponerse a la instalación de estas plantas.

Aclaremos esto.

Toda actividad humana genera un impacto en su entorno, en el ambiente. Nuestra interacción con el medio natural nunca, en nada, es absolutamente inocua.

La cuestión entonces, es: ¿cuál es el límite tolerable? ¿Cuánto consideramos que es posible impactar? ¿En base a qué consideraciones fijamos los límites?

La contaminación, entonces, no es un valor absoluto, una marca establecida por alguna divinidad y, por lo tanto, inviolable: es una convención, es un acuerdo social.

Según el nivel de conocimientos que poseemos, según las posibilidades que nos brinda la tecnología, nos ajustamos a lo mejor para evitar impactos intolerables, permanentes, que deterioren nuestro entorno de manera que se afecte la potencialidad de desarrollo y bienestar de las próximas generaciones.

Un átomo de cloro en un río es una presencia extraña, que podría explicarse por el vertido de alguna actividad antrópica pero, ¿eso es indicador de contaminación? Va a depender de las características del emprendimiento, de las características del río al cual se vierte, de nuestro nivel de conocimientos y de los estándares que nos hayamos dado, en función de todo lo anterior. Ni más ni menos.

No quiero dejar de anotar que para conocer el estado del río nos abocamos a evaluar la calidad de su agua en la zona de influencia de Botnia durante todo el año previo a su funcionamiento.

Y esto no fue porque desconfiáramos de los resultados del trabajo de CARU sino porque este organismo, con competencias específicas para esto, dejó de hacer esta tarea (por razones que escapan al sentido de este encuentro).

Así llegamos al 8 de noviembre de 2007, cuando el gobierno uruguayo autorizó a Botnia a empezar su operación, cosa que se concretó dos días después.

Entre paréntesis, les recordamos que el Banco Mundial auditó –a través de Ecometrix—el estado de la planta para avalar también por su parte el inicio de operaciones.

A partir de entonces se terminaron las especulaciones y no hubo más que mirar la realidad.

Para esto, la DINAMA armó –y revisó y ajustó varias veces— un Plan de Seguimiento, aplicado tanto durante la fase de construcción de la planta como luego, cuando comenzó a operar.

A partir de ese momento, nuestra mirada se dividió en dos:

- Hacia la calidad del ambiente en torno al emprendimiento (aire, agua, suelo, biota)

- Hacia los puntos de donde salían las emisiones de la fábrica (chimeneas, difusor, etc.)

Los controles, a su vez, son de distinto tipo, según los parámetros involucrados:

Continuos, en algunos casos

Quincenales

Mensuales

Bimensuales

Semestrales

Pero no estuvimos solos tampoco en este último año, durante la operación de la fábrica:

Inicio de 2008: Green Cross difunde los resultados del monitoreo de aire realizado en octubre – noviembre de 2007. Concretamente, se midió la evolución de la concentración de dióxido de azufre en la zona de Ñandubaysal

Julio de 2008: Ecometrix auditó el funcionamiento de los primeros seis meses de operación de Botnia

En Agosto de 2008 se conoce el trabajo del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), de Argentina, sobre análisis de dioxinas en sedimentos

En octubre de 2008 trasciende el estudio de calidad de aire de Gualeguaychú realizado por el Departamento de Ciencias de la atmósfera y los océanos de la facultad de Ciencias exactas y naturales de la Universidad de Buenos Aires

En diciembre de 2008 se conoce un nuevo estudio de Green Cross, sobre dióxido de azufre y compuestos reducidos de azufre en la zona de la estancia La Victoria, en Entre Ríos

Marzo de 2009: nuevo informe de Green Cross, sobre los mismos parámetros

Marzo de 2009: Auditoría de Ecometrix –por encargo del Banco Mundial—sobre el primer año de funcionamiento de Botnia

Como verán, la operativa de esta industria no ha estado descuidada ni por el estado uruguayo ni por organismos internacionales que, de manera independiente, han estudiado y evaluado su funcionamiento.

Pero no queremos dejar lugar a malas interpretaciones: Botnia es un emprendimiento humano; como tal, no es perfecto. Hubo incidentes, algunos de ellos previsibles –y previstos— y otros, no.

Hubo incidentes que afectaron a Fray Bentos que tuvieron que ver con la presencia de Botnia (olores, básicamente), y otros que no.

Lo que sí queremos dejar en claro es que ninguno de estos eventos puso en riesgo ni la salud de la población involucrada ni el ambiente. Y esto lo afirmamos de manera tajante: no hubo, nunca, afectación sanitaria ni ambiental para la población de área de influencia de Botnia.

Sobre los eventos que no tuvieron que ver con la planta de celulosa, destacamos la ocurrencia de floraciones algales en el río Uruguay –fenómeno que, lamentablemente, se vuelve cada vez más frecuente—, la aparición de manchas oleosas en el río, y el impacto de la quema de pastizales en las islas del delta del Paraná y de la ceniza del volcán chileno Chaitén.

Como verán, nos hemos limitado a hablar de cuestiones estrictamente ambientales, que es la materia sobre la que tenemos competencias específicas, y es el ámbito sobre el que se ha intentado instalar las dudas para la instalación de esta fábrica.

Afortunadamente, la realidad es terca y no se deja confundir con opiniones.

Afortunadamente, la población de Fray Bentos es baqueana en temas de convivencia con grandes industrias, y no se deja asustar ni impresionar, por unos ni por otros.

Así, no quiero ahora aburrirlos con cifras y detalles que ustedes pueden revisar detenidamente en las carpetas que les estamos entregando.

Quiero sí detenerme en los conceptos centrales que dan sentido a este encuentro:

La tecnología de la celulosa y el papel ha avanzado muchísimo en los últimos 30 años, y ya no tiene sentido seguir mencionándolas como "industrias sucias"

Botnia está absolutamente bajo control del estado uruguayo

La instalación y operación de Botnia fue autorizada porque su propuesta se ajustaba a las exigencias más estrictas conocidas en el mundo entero

A un año de estar funcionando, podemos confirmar que Botnia ha cumplido con lo que se había comprometido y con lo que adicionalmente le habíamos impuesto.

El desempeño ambiental de Botnia ha sido y es MUY BUENO.

Si bien no es nuestro campo específico, no tenemos dudas de que la operación de esta fábrica empujará a los organismos reguladores de referencia en el mundo (Unión Europea, Canadá) a aumentar las exigencias que se le imponen a la industria de la celulosa, porque Botnia está demostrando que ello es posible.

La presencia de Botnia en Uruguay dista, entonces, de representar un peligro que acecha en las sombras. Es, tal como su accionar ha confirmado, un factor de desarrollo y crecimiento económico y social.

Así, entre todos, podemos decir sin dudar que vamos construyendo el país que queremos: productivo, con trabajo para todos pero natural, conservando aquellos valores que la naturaleza nos dio para nuestro disfrute y el de los que van a venir.

Permítanme un recuerdo adicional: mañana, 16 de abril, no sólo se cumple el sesquicentenario de la fundación de Fray Bentos, aniversario que estamos celebrando.

Mañana también se cumplen 25 años de la muerte del médico Vladimir Roslik en el 9º regimiento de Caballería, aquí en esta ciudad.

Hijo pródigo de San Javier, Roslik se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la democracia.

No voy a detenerme repasando hechos que ya conocen, ni valores que todos sentimos profundamente.

Simplemente, quería traer su memoria a este encuentro. Porque entendemos que el futuro y el desarrollo sólo tienen sentido si están enraizados en la historia, en nuestra cultura y nuestros valores.